Este pasado (incluir fecha) el famoso mural conocido como
“la toallona” fue destruido. El mural que fue creado en 1997 con motivo de la
visita del Papa Juan Pablo II representaba en voz del autor y como su verdadero
nombre reza “la armonía de mi pueblo”.
En lo personal no me agradaba la obra de Llort sin embargo
era mi punto de vista e independientemente de si me gustaba la obra del autor o
no, tenía que ser respetado como patrimonio cultural, la acción cometida por la
jerarquía de la iglesia católica salvadoreña nada más es un botón de la
prepotencia y de la falta de ética de una institución conocida por sus embates
en contra del arte y las ciencias.
Por otro lado la actitud del gobierno ha sido también lamentable.
Una actitud de incredulidad culposa y sacándose de la manga una carta en la que
se declaraba que el mural estaba oportunamente a punto de convertirse en bien
cultural protegido.
Esa reacción creo que habría sido tomada por un insulto
mejor en lugar de tratar de convencernos que el estado está vigilante con los bienes
culturales de todos y de todas.
La iglesia se escuda aludiendo dos historias. Primero,
aludiendo deterioro “irreparable” del mural y que por el “bien” de los
feligreses decidieron removerlo… ¡mentira! La empresa de ingenieros y
arquitectos demostraron que las piezas eran reemplazables y el pegamento usado
era prácticamente indeteriorable. ¿Cómo respondió la iglesia? Silencio
completo…
La segunda historia fue que removieron el mural debido a que
este contenía simbología “masónica” si se basaran en ese criterio para remover
obras potencialmente peligrosas para la feligresía tendrían que remover el 80%
de las obras localizadas en iglesias y monasterios, he observado varias veces
el mural Armonía de mi pueblo… podría ser interpretado más como simbolismo de
nahuizalco… pero eso es parte de nuestra idiosincrasia al fin de cuentas.
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